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Tema: August Scott Miér Jul 07, 2021 9:57 pm
Welcome to the hotel california
You can check-out any time you like, but you can never leave
August Scott
17 — Nathan Saignes moony
Roger JONES
"27" — charlie heaton prouvaire
La mañana del 13 de Octubre de 1974 la noticia estaba en todos los periódicos y canales de televisión: Roger Jones, cantante británico de 27 años y frontman de Bitter Creek — una de las bandas de rock más importantes de principios de la década— había sido encontrado sin vida en una habitación del Hotel California en Palmdale, Nevada, donde la banda se alojaba tras su concierto en las Vegas la noche anterior. La causa de la muerte fue una sobredosis de heroína, a la que se rumoreaba desde hace meses el cantante tenía una fuerte adicción.
Veinte años después de aquel funesto día el hotel que fue declarado en bancarrota tan solo siete meses después de la muerte de Roger Jones es comprado por los Scott, una pareja de neoyorkinos decididos a convertir aquel sitio en un hotel de lujo aprovechando el hermoso paisaje del desierto de Nevada y el flujo de turistas atraídos por los excesos que ofrecen Las Vegas. Quién no se encuentra tan contento es u hijo, August, al verse obligado a dejar la gran ciudad para mudarse a un hotel abandonado a la mitad de un pueblo olvidado por todo Dios.
No obstante, un par de semanas tras la mudanza queda claro que aquel lugar no sería tan aburrido como August pensaba, mucho menos teniendo como compañía al fantasma de un músico olvidado quien parece no estar de acuerdo en la forma en que se cerró el caso de su muerte.
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Tema: Re: August Scott Miér Jul 07, 2021 10:02 pm
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DESPERADO
Las motas de polvo se levantan por el aire entretejiendo entre ellas una elaborada danza mientras la luz que se cuela al salón principal a través de las puertas y ventanas abiertas las hace resplandecer, llenando a aquel lugar de algo que Roger pensó que jamás volvería a ver: Vida.
Recostado sobre un viejo mostrador de madera al estilo art déco, él se limita a observar el frenético ir y venir de personas en la habitación, una escena reminiscente de épocas pasadas que cada vez parecen volverse más lejanas en su mente, como vistas a través de un cristal empañado que poco a poco va haciendo que pierda el enfoque hasta que aquellos rostros y momentos conocidos no son más que un borrón ininteligible dentro de su memoria. Es un fenómeno que cada vez parece volverse más común y en momentos Roger no puede evitar preguntarse que va a pasar cuando él mismo comience a desvanecerse de los bordes de su mente hasta que no quede nada más que el cascarón errante de lo que alguna vez fue Roger Jones.
Un hombre olvidado incluso por sí mismo.
De un salto baja del mueble, un movimiento que invariablemente pasa desapercibido para el resto de los congregados en la habitación. Aún si se trata de algo más que habitual, no puede evitar poner los ojos en blanco ante la forma en que su existencia — o como quiera que se le llame a su estado actual — es ignorada mientras se mueve por los pasillos del hotel, topándose cada tanto con algunos de los trabajadores que continúan sacando muebles de las habitaciones o deshaciéndose del viejo papel tapiz de los pasillos, ajenos a su presencia. Y pensar que hubo una época en que no podía poner un pie en la calle sin encontrarse rodeado en segundos por alguna horda frenética de fanáticos en busca de un autógrafo.
Sumido en sus pensamientos, se mueve sin rumbo fijo hasta llegar a una de las pocas habitaciones donde además de sacar muebles, los trabajadores han pasado buena parte de la mañana sustituyéndolos por otros nuevos. Roger se mueve por el lugar, observando y removiendo los objetos que logran captar su interés antes de continuar con algún otro. La puerta de la habitación rechina al abrirse, pero él ni siquiera se inmuta o hace ademán de volverse para ver a su acompañante, continuando con su tarea de revolver el contenido de una caja con ropa sin el menor descaro.
De cualquier modo, no es como que alguien pueda verle.
Hotel California — al mediodía — con ¿?
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01
DESPERADO
Estaba completamente en desacuerdo con sus padres, no podía creer que le hicieran eso, abandonar su hogar por un hotel en la mitad de la nada solo para sus caprichos. August estaba furioso y no era para menos, había dejado a todos sus amigos y su sueño de conservatorio en los Angeles para tener que pasar su último año escolar en una Preparatoria que no conocía de nada y le daba terror asistir.
El ni siquiera se había bajado del automóvil de la familia, no le interesaba ese lugar, no quería elegir su habitación y estaba bastante disgustado porque a su hermana Farah le habían permitido seguir viviendo en Nueva York, con un piso increíble. Pero claro, el niño aún no podía valerse por si mismo. Malditos ellos. August bufó, tomando su móvil y viendo la fotografía de sus amigos en el fondo de pantalla y deseo desaparecer de ese lugar. ¿Y si se escapaba? No era una idea que no había considerado ya. Pero necesitaba dinero para volver a Los Ángeles y debía hacerlo en ese nuevo lugar. Entonces ese era su plan secreto. Trabajaría para largarse. Y la escuela que se jodiera.
El castaño salió del coche, siempre sosteniendo la funda de su violín en una mano, el móvil en la otra y la expresión cabreada en su rostro al entrar al lugar, arrugar la nariz al descubrir que el polvo le hacía daño y estornudar un par de veces mientras los adultos hablaban y él se paseaba aburrido mirando los muebles antiguos.
Su madre apareció en ese instante, le sonrió y va con su andar de antigua bailarina de teatro a recorrer las otras alas para ver como siguen con las reformas. Él pasó de ella, como de los trabajadores aunque iba bastante distraído mirando los tapices cuando alguien pasó por su lado haciendo que su reflejo lo obligara a moverse rápido hacia la derecha y a maldecir entre dientes. Era un hombre, no demasiado mayor pero bastante más que él. - Fíjate por donde vas idiota.. - murmuró de mal talante, antes de subir las escaleras de caracol al final del pasillo, estaba decidido a buscar el sitio más alejado de todos para su habitación, no quería que nada ni nadie lo molestara.
Hotel California — al mediodía — con los peores padres
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DESPERADO
El hombre que entra a la habitación lleva puesto un traje que tiene toda la pinta de ser demasiado costoso y lleva el cabello castaño repeinado hacía atrás en un estilo que parece nunca pasar de moda y que siempre busca indicar 'estoy forrado de billetes'. Él, por supuesto, no parece dar señal alguna de reconocer su presencia, paseándose por la habitación mientras habla en lo que Roger reconoce como una versión más pequeña y portable de un teléfono.
Dejándose llevar por su curiosidad acorta la distancia entre ambos para observar aquel aparato con mayor detalle, haciendo que un escalofrío estremezca a su acompañante, la única reacción que parece ser capaz de conseguir en los pocos visitantes que ha recibido el hotel en los últimos años.
"La señal aquí es una mierda Steve, te llamo más tarde" Una vez el hombre ha cortado la llamada y dejado el teléfono sobre una de las mesitas de noche para ir a encerrarse al baño, Roger observa el aparato por un par más de instantes, haciendo un par de intentos infructuosos por cogerlo antes de rendirse con un bufido y salir de la habitación en busca de otra cosa con que entretenerse.
Andando, casi flotando, por los pasillos laberinticos del hotel su mirada distraída busca en el interior de las habitaciones que se encuentran abiertas, sin prestar demasiada atención al camino que sigue o a las personas que encuentra en su camino, provocando en aquellos que tienen el infortunio de chocar contra él la misma reacción de estremecimiento que ha tenido el hombre de hace un momento. Él lo encuentra casi divertido, disfrutando de ver quien será la próxima victima de aquel pequeño truco. Esboza una sonrisa al ver al muchacho que se dirige en su dirección, apresurando el paso para acelerar su encuentro pero en el último instante el chico lo... ¿esquiva?
Y como si aquello no fuese lo suficientemente extraño, las palabras y aquella expresión de desdén que profiere parecen ir enteramente dirigidas a él, dejando a Roger pasmado en medio del pasillo.
— Hey tú— las palabras salen de sus labios de forma automática mientras hace un esfuerzo por recordar como moverse, apresurándose para darle alcance al chico — ¿Me estás hablando a mí?— aquello es casi un grito, que reverbera contra las paredes desnudas de las habitaciones vacías. Roger observa al muchacho al pie de la escalera, expectante, y si aún estuviese vivo esta seguro que en ese instante podría sentir su corazón latiendo desbocado contra su pecho ante la posibilidad que súbitamente se presenta ante él.
Hotel California — al mediodía — con ¿?
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DESPERADO
Cuan desdichado se sentía por tener que estar en ese sitio confinado. August no quería saber nada de ello y en los días en que ese sitio se ponía en movimiento de reacondicionamiento el pensaba en encerrarse en su habitación esperando la menor interacción con sus padres y el personal.
Qué se jodieran ellos. Él no estaba de acuerdo con estar allí de todos modos.
Y estaba a punto de ir a conocer la habitación que le pertenecía cuando el mismo hombre que se le había cruzado en el pasillo le gritó desde abajo, llamándole, preguntándole si le estaba hablando a el.
Lo había hecho? Ah si, le había maldecido por casi chocar. - Has visto a alguien más en el pasillo? por supuesto que estoy hablando contigo, te dije que desaparezcas.. - y sin más el alto y delgado adolescente siguió su camino hacia arriba, golpeó un par de puertas, porque estaba molesto hasta que al fin dio con la indicada. No era muy grande, pero tenia un cómodo balcón para cuando quisiera ahorcarse y zafar de sus padres.
Allí, cerró la puerta y desenfundo su violín en el afeizar del balcón, como cuando necesitaba desaparecer del mundo el cerró los ojos, aspiro con fuerza y comenzó a tocar, con todo su espíritu.
Hotel California — al mediodía — con los peores padres
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DESPERADO
Aunque abre la boca para replicar algo, lo que sea, ninguna palabra abandona sus labios mientras escucha los pasos de aquel muchacho alejarse hasta no ser más que un eco que lentamente se pierde por el pasillo del piso superior. Y aunque una parte de él quiere gritar o lanzarse tras él, Roger parece incapaz de moverse, anclado al pie de la escalera mientras miles de pensamientos se arremolinan en su mente, anteponiéndose unos a otros de manera desordenada e impidiéndole concentrarse en ninguna de sus preguntas durante el tiempo suficiente para tratar de encontrar una respuesta.
¿Quién es aquel chico? Y mucho más importante ¿por qué él, de todos los visitantes que ha tenido el hotel en las últimas dos décadas, parece ser capaz no solo de verle si no también de escucharle? ¿Qué lo hace distinto de todos los demás?
Sin ser enteramente consciente de sus movimientos comienza a subir las escaleras, siguiendo el camino de aquel chico hasta el siguiente nivel y deteniéndose una vez que se encuentra frente al pasillo repleto de puertas, sin saber detrás de cual de todas ellas puede estarse ocultando aquel misterioso — aunque al parecer, también bastante apático— muchacho.
Soltando un resoplido, comienza a mirar dentro de una y otra habitación indistintamente, apenas asomando la cabeza a través de las puertas... ¿es que se habrá ido hacía otra parte? Ciertamente no es que lo que queda en pie del hotel sea lo suficientemente grande para no encontrarle, pero ahora que ha pasado el shock inicial, Roger comienza a impacientarse. Esta a punto de lanzarse contra la lampara de una las habitaciones vacías para desquitar su enfado cuando el suave sonido de una melodía lo detiene en el último instante y como hipnotizado, él da la vuelta, siguiéndola hasta una de las habitaciones al final del pasillo.
Por supuesto no se molesta en llamar, poco acostumbrado a hacer uso de las buenas formas — además claro de no necesitar hacer verdadero uso de las puertas en su estado —, entrando a la habitación sin miramiento alguno y acercándose con cierta cautela hacía donde se encuentra el castaño.
— Así que también eres músico — comenta, una reflexión que va más dirigida hacía sí mismo que a su acompañante una vez que se encuentra lo suficientemente cerca para poder apreciarlo — Debe ser eso, aunque no sé porque de todos tenía que haberme tocado un amante de la música clásica, con lo aburrida que me parece.
Hotel California — al mediodía — con ¿?
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01
DESPERADO
Respirar con fuerza y luego soltar el aire unas tres veces, necesitaba calmarse, dejar de pensar en que le habían arruinado la vida con esa mudanza. August ni siquiera había reparado en que esa habitación era de las pocas que había sido remodelada ya, por completo para que se sintiera cómodo, sus padres intentaban comprender su enfado y a veces, pecaban de darle de más, para contentarle, pero no lo conseguían. El chico solo se recluía en su violín y a veces en sus videojuegos para separarse del mundo.
Como en ese momento que estaba copletamente absorto en su melodía, lo clásico siempre le había transportado a otros mundos donde todo era mejor que no lo conseguía nada y era tanta la pasión de sus notas que demostraban por completo esa frustración desesperada como un llanto destrozado.
La mirada celeste de August estaba puesta en la ventana, pero el sonido de la voz en su espalda le distrajo de su accionar. - Quien eres? - murmuró, sin voltearse, ni sacar el violín de su hombro ni si postura, dejando que el silencio se apoderara de la habitación, para escuchar la explicación de aquel que había entrado como si nada a un cuarto ajeno, como si estuviera en su casa.
Hotel California — al mediodía — con un extraño visitante