Klaus Roux

No había sido un día especialmente bueno para su madre, ella algunas veces salía de la habitación para ir a la del lado, donde hablaba con Dylan, muchas veces lo hacía, decía que él era quien le proveía lo necesario para sobrevivir, pero hacía tiempo que a Klaus Dylan no le caía muy bien, sabía que no la trataba bien, que ella regresaba agotada y muchas veces la había oído sollozar en su cama, pero era peor cuando preguntaba, porque ella se ponía peor.

Eran en esos momentos en que al rubio se le daba por agacharse en su escondite favorito dentro del armario y hablar despacio allí, donde sabía había un conducto que si en su imaginación s e hacía muy pequeño podía atravesar y conocer ese mundo que existía solo en su mente, porque ya no era un niño, ya había aprendido que los cuentos no existían, eran un invento, ese cuarto era todo lo que existía.

- Hay alguien ahí? Estoy aburrido.. - murmuró abrazándose las rodillas y apoyando su frente sobre éstas, si su madre no le hubiera dicho que solo debía susurrar estaría gritando de frustración allí abajo, necesitaba hablar con alguien que no le mintiera, ni llorara.

La habitación × 5 AM
Klaus con Abel

Había sido un largo día para Abel, el cual ahora reposaba en su cama mientras tenía abierto su diario y ordenaba las fotografías que había tomado durante la semana con su Polaroid. Entre ellas habían retratos de personas caminando por la calle, otras de paisajes de amaneceres, puestas de sol, los rostros de sus padres e incluso algún selfie.

¿Que cuál era el motivo de aquel reportaje? Bueno…

Cuando los "susurros" resonaron dentro de su armario, Abel alzó la cabeza y una sonrisa se dibujó en su rostro. Rápidamente soltó las fotografías sobre la cama, desordenadas. ¿Qué más daba eso ahora?

En cuanto se escondió dentro del armario, el chico prendió una linterna que guardaba dentro del mueble y tomó con su otra mano el invento que cambió su vida para siempre. A él le gustaba llamarlo: "Vaso-móvil".

-Estoy aquí. -Contestó con emoción. -Estaba ordenando unas fotos que me gustaría enseñarte cuando se pueda. ¿Qué tal ha ido tu día? -Preguntó entonces con mucha curiosidad.

Mi armario × 5 AM
Abel con Klaus

Ya se estaba cansando de esperar y ese lugar ya no era el sitio donde cabía con comodidad como lo había sido anteriormente, cuando era más pequeño y su madre lo escondía cuando Dylan quería entrar al cuarto. No recordaba verle el rostro jamás, porque ella le había dicho que nunca debía mirarle, que debía esconderse, donde pudiera. Y él aún hacía caso, pero estaba cansado de esa vida, tan pequeña, tan falta de todo lo que Abel le contaba que sucedía afuera.

Abel era el chico de arriba, tenía una linda voz y le había conocido en los últimos meses. Era fotógrafo, su padre era Dylan y solía hablarle con un artefacto extraño, un vaso que conectaba su voz con la de arriba. Algo que habría creído imposible.

 - Fotos, me gustaría verlas.. - replicó apoyando su cabeza contra la pared, escuchándole preguntar como había estado su día. - He visto un programa en la televisión, un documental sobre gorilas, puedes fotografiar gorilas Abel, hay gorilas donde tu sacas esas fotografías? - muchas veces confundía el mundo real que todos creían lo normal con otros sitios que solo podría ver en la televisión, no sabía que eso era aún menos probable que ocurriera, pero necesitaba un enorme gorila que derribara a Dylan y dejara salir a su madre y a él de allí.

La habitación × 5 AM
Klaus con Abel

Desde que comenzó a hablar con Klaus, fue adaptando aquel pequeño rinconcito de su amplio armario para que fuera cada vez más cómodo y acogedor. Una almohada por aquí, unos cojines por allá… y también algunos peluches que hacían en definitiva más agradable aquel pequeño lugar.

Sabía de sobra que Klaus desconocía el mundo exterior y eso a veces provocaba preguntas tan graciosas como la que le estaba haciendo en aquel momento.

-¡No! Jajaja, para fotografiar gorilas tendría que ir al zoológico de la ciudad, ¿sabes? Aquí fuera no viven libres, pueden llegar a ser muy peligrosos. Aunque bueno… también hay humanos que no deberían andar sueltos y ahí están…

Sin poderlo evitar, Abel pensó en su padre y en todo lo que había liado en cuestión de tantísimos años. A día de hoy, probablemente si se descubrieran sus crímenes, podría llegar a ser considerado de los criminales más peligrosos del mundo.

Mi armario × 5 AM
Abel con Klaus

A diferencia de Abel el armario de Klaus distaba bastante de ser un sitio confortable y que al menor le agradara pasarse la noche agachado y encorbado hablando con su amigo allí, porque eso era lo que el de arriba le había dicho, que era un amigo con el cual podía hablar y contarle como se encontraba y que él tambien le contaría sus cosas y como era el mundo allí arriba. Abel comenzó a reir y Klaus se puso serio, había dicho algo gracioso?

- Osea que lo tienen encerrado, como a mi, debo ser peligroso, aunque mamá me ha dicho otra cosa, dice que es peligroso que salga afuera, que no lo resistiría.. - le dijo el rubio, hablándole al vaso, pensativo - Quizás estoy enfermo Abel.. - algo se había disparado en la mente de Klaus. Si estaba enfermo, como al gorila debían llevarle al centro de refugiados, quizás allí lograra dar con alguien que los ayudara a sacar a su madre, y serían libres. - Si, creo que estoy enfermo, alergia, o algo por el estilo.. - le dijo, la luz le molestaba, era por ello que su madre siempre le decía que era mejor que permanecieran allí, para no dañarlo más, pero quizás, solo lo estaba convenciendo para que estuviera tranquilo y se comportara. Porque si él se molestaba, podía pasar que Dylan bajara y se desquitara con ambos.

La habitación × 5 AM
Klaus con Abel

¿Por qué debía ser así? ¿Por qué alguien que podría ser perfectamente su amigo con el que compartir momentos en el parque, jugando a la videoconsola, o incluso siendo partícipe de travesuras, debía sufrir de este modo? A veces le daban ganas de llevar las fotografías que le hizo al diario de su padre a la policía. Terminar con todo aquello.

-No. Eso no es verdad. No eres peligroso. -Protestó con un tono de voz casi indignado. -No estoy de acuerdo. Lo sé porque hablo todos los días contigo.

Y entonces, una idea cruzó su mente. Un pequeño atisbo de luz detrás del largo túnel que se había creado con el paso de los años. Debía terminar con aquella situación. Y él era el único que podía hacer algo para lograrlo.

-Klaus. Escúchame atentamente. Si seguís ahí más tiempo os volveréis locos. Yo… creo que tengo pruebas suficientes. -Soltó de repente. -Con tu testimonio y mis fotografías podemos delatar a papá.

Y entonces cayó en algo. No recordaba haberle contado a su amigo del “bajo” sus descubrimientos. Debía decírselo cuanto antes.

-Encontré un diario… y le saqué fotos. En él papá tiene escritos sobre tu mamá… No está bien de la cabeza. Me da miedo que un día os... -Ni siquiera fue capaz de decirlo. Le daba demasiado miedo pensar en perder a su amigo del alma. Pensar en que pudiera morir.

Mi armario × 5 AM
Abel con Klaus

La respiración irregular de su madre durmiendo lo llenaba de inseguridades, debía protegerla por sobre todas las cosas, ya no más que ella lo cuidara ante todo, sabía cuánto sufría ella, y por más que le pesara sabía que hacer enojar al de arriba no era nada bueno. No quería volver a escucharla llorar y temblar abrazándolo.

- No puedes hacer eso.. si tu padre se enoja.. la matará.. - no quería ni siquiera imaginarlo. Su madre lo era todo en su vida, el único rostro que conocía, además del de Dylan, y las veces que el hombre había aparecido frente a él no quería recordarlo.

- También puede hacerte daño a ti.. no quiero eso.. mi amigo.. - le dijo sintiendo que seguiría atrapado por el resto de sus días. - Quizás sea mejor que no vuelvas a hablar conmigo.. tu padre puede descubrirlo.. - había demasiado temor dentro suyo y no quería perder a Abel, pero sentía que así podría protegerlo.

- No volveré a hablar contigo Abel.. quiero que lo comprendas, es lo mejor para todos.. - la voz del rubio tembló y el soltó el vaso, abrazándose las rodillas y escondiendo su rostro entre las piernas, acababa de perder a su mejor amigo y aquello dolía demasiado.

La habitación × 5 AM
Klaus con Abel

-¿Q… qué? ¡Espera, Klaus! -Alzó un poco más la voz inútilmente. Porque a pesar de que le llamó diez veces más, en ninguna su amigo le respondió. ¿Había hecho algo malo? ¿Tal vez le hizo sentir mal? Sus ojos se empañaron de solo pensar que jamás volvería a hablar con él o que incluso sería capaz de cometer una locura.

A pesar de todo, Abel y Klaus no dejaban de ser unos niños tratando de afrontar una situación que se escapaba de sus manos a unos niveles que ni ellos serían capaces de imaginar.

Para Abel, todo tenía solución. Era capaz de ver el final; de encontrar una solución. Pero Klaus… Su autoestima estaba por los suelos y además, era inocente, ignorante de lo que existía más allá de aquellos muros. Jamás vio el mundo exterior y en consecuencia, se había convertido en un niño que temía a absolutamente todo.

A veces, Abel recordaba el momento en el que dejó caer el vaso por el túnel y en cómo su amigo del alma llegó a creer que quien se encontraba arriba era un extraterrestre porque lo había visto en sus películas de ficción.

-Klaus… -Volvió a llamarle perdiendo toda esperanza en recibir una respuesta. -Lo siento… -Soltó finalmente dando un largo suspiro. Las lágrimas brotaron por sus ojos y reprimió cualquier sonido que delatara que estaba llorando. -Si… todavía me estás escuchando yo… volveré mañana a esta hora para hablar contigo… no volveré a mencionar nada de esto, ¿vale? Cuídate.

Y como si jamás hubiera sucedido aquella conversación, Abel salió del armario y regresó a su gran habitación, a sus fotografías desordenadas sobre la cama. Y ni siquiera entonces fue capaz de pensar en otra cosa que no fuera en "él".

Mi armario × 5 AM
Abel con Klaus

Klaus solo sabía de miedos y encierros. El pequeño cuarto d e abajo había sido todo su mundo en esos años y salir a la superficie también suponía un gran terror para él. Abel lo acompañaba pero no podía entender lo que se vivía allí, no lo comprendería jamás.

- Lo siento Abel.. - murmuró sin escuchar al otro lado, se había movido para salir de aquel armario y estirarse, en la habitación su madre dormía apenas tapada y él fue a acomodarle el edredón sobre su cuerpo antes de caminar a su cama al lado de ésta.

- Algún día Abel podrá sacarnos de aquí, pero necesito ser fuerte para protegerte, a ti, a él, voy a ser fuerte mamá.. - necesitaba ver algunas películas de pelea, era bueno imitando a la tele y tenía gran concentración. Quizás así podría enfrentarse a Dylan. La mirada distante de Klaus se quedó mirando el techo hasta lograr conciliar el sueño, esperaba que Abel no hiciera nada, se tomaría unos días antes de volver a hablar con él.

O quizás fuera bueno que se olvidara que ellos existían en el bajo.

La habitación × 5 AM
Klaus con Abel